El té verde recibe su nombre debido a que se le aplica calor durante su proceso para evitar la oxidación para que logre mantener el color que lo caracteriza.
Esta variedad se elabora con las hojas más frescas del arbusto o con los brotes nuevos que no se han oxidado todavía y no se han fermentado.
Las hojas de la planta del té se cuecen al vapor, luego se enrollan y secan. El vapor anula las enzimas que fermentan las hojas. En el té verde, al no fermentarse, se conservan sus sustancias más importantes: los polifenoles, unos antioxidantes muy fuertes que protegen contra el daño a la estructura celular.
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